Indefensión Aprendida

diciembre 11, 2014 10:02 am

 

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En los años 70 Martin Seligman desarrolló la teoría de la Indefensión Aprendida que da respuesta a por qué algunas personas se bloquean y dejan de actuar cuando podrían cambiar su realidad y aumentar su bienestar. Según esta teoría cuando los seres humanos se ven expuestos a eventos vitales que no han podido afrontar y resolver exitosamente, desarrollan una indefensión que supondrá una actitud derrotista y el abandono prematuro cuando vuelvan a encontrarse ante situaciones similares. Esta actitud estará también modulada por el estilo atribucional individual (modelo incorporado en los años 80).

Podemos identificar la indefensión aprendida en personas con un trastorno depresivo, en personas que se han visto sacudidas por algún evento excesivamente doloroso (como una enfermedad grave, rupturas de pareja, etc.), ante la violencia de género, etc., y que se muestran pasivos ante una situación que podrían cambiar, debido a que atribuyen los fracasos a factores internos estables mientras que los éxitos suelen atribuirlos a factores externos situacionales.

Así, por ejemplo, Laura, una paciente con sintomatología depresiva, afrontaba las demandas laborales mediante pensamientos como “soy tonta”, “no sabré hacerlo”, “siempre fracaso”… Pedro, un paciente que ha perdido hace poco más de un año a su esposa después de un duro proceso de quimioterapia, al saber que su hermano ha sido también diagnosticado de otro tipo de cáncer, da ya por hecho que éste también fallecerá y que la quimioterapia no sirve para nada. O Silvia, que cada vez que se enfrenta a situaciones sociales, no deja de darse automensajes que la intoxican e incapacitan como “no me atrevo”, “es demasiado difícil” “no lo conseguiré”…

Estos pacientes presentan las características habituales de la Indefensión Aprendida (desmotivación, desilusión, desgana, desesperanza), y lo primero que deben hacer es reconocer éste estilo atribucional para poder desandar el camino –puesto que se trata de un aprendizaje-, y volver a recuperar el control, la capacidad de afrontamiento activo y la capacidad de volver a ayudarse a sí mismos.

En el video adjunto se observa como, con una terrible facilidad y rapidez, podemos instalar la indefensión aprendida en un grupo de alumnos. No hace falta ser muy avispado para darnos cuenta de cómo el día a día puede hacer lo mismo con nosotros y de la importancia, si así sucede, de buscar ayuda profesional para –repito- desandar el camino de la Indefensión Aprendida.

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